Recursos humanos es el eufemismo más maloliente que hay en cualquier empresa (de software o no). En realidad no es un eufemismo, sino un contra-eufemismo, ya que sirve para maquillar el término «peón-de-mierda», pero sin eliminar el tufillo autoritario que tienen estos departamentos y quienes los dirigen. Sugiero a las empresas que quieran resaltar la jerarquÃa y la posición dominante de todo departamento de RRHH, que utilicen el término «mano de obra» y para aquellas empresas que quieran camuflarse en un halo de bondad y buen rollismo que se pasen al término «currantes».
En cualquier caso, el Departamento de Currantes o el Departamento de Mano de Obra o como se le quiera llamar, es una pieza clave en toda empresa mediana o grande ya que lleva al mismo tiempo la zanahoria que todo empleado persigue y la vara con la que amenazan para apretar las tuercas. El término Recursos Humanos no puede ser más acertado en este caso, puesto que es asà como la empresa ve a los trabajadores: como recursos que pueden ser usados para realizar ciertas tareas y que cuando no son útiles o necesarios pueden desechar sin ningún problema. Su talón de aquiles es que esa estrecha visión del empleado les hace pensar que todos sus «peones» son iguales e intercambiables, causando un sin número de problemas adicionales a la hora de motivar y liderar proyectos.
Por eso, los departamentos de RRHH se convierten en el terror de los mandos intermedios (jefes de programación, directores de departamento, etc) que, incapaces de controlar las decisiones de estos burócratas de medio pelo, tienen que tragarse recortes en sus subordinados (sueldo o empleo) aún a riesgo de retrasar o mutilar proyectos en marcha o pendientes. Es la ineptitud de los empleados de RRHH la que hace fracasar grandes proyectos y origina enormes agravios comparativos en la empresa. Los inútiles de RRHH acatan las órdenes que les llegan de arriba (del máximo nivel de la empresa, puesto que es a los únicos a los que les rinden cuentas), sin pararse a pensar, sin reflexionar acerca de las consecuencias de sus acciones, sin filtrar de ninguna manera. Deben pensar que eso de usar la cabeza es el trabajo de los ingenieros, algo poco elevado para ellos.
Para ejemplificarlo, recuerdo varios casos en los que he visto como se han recortado porcentajes de la plantilla a dedo (hay que eliminar el 10% de gastos, asà que hay que eliminar el 10% de los empleados y como «todos los recursos son iguales», recortamos de aquà y de allá indistintamente). También recuerdo casos en los que se ha «eliminado un recurso» simplemente porque un proyecto se ha cancelado, sin pensar el buen papel que podrÃa hacer ese programador en otros proyectos, mucho mejor que otros «recursos» menos capacitados. Por no hablar de las subidas de sueldo realizadas de forma totalmente aleatoria sin correlación entre los objetivos alcanzados y el incremento salarial, basándose en las simpatÃas o las exigencias de cada empleado.
Hay una pelÃcula no demasiado buena (entretenida dirÃa yo) que me parece ideal para ilustrar lo que es un Departamento de Recursos Humanos. Se trata de «Up in the Air», la historia de un especialista externo en despedir gente (siguiendo su eufemismo, especialista en «reencaminar en su nueva vida a los ex-empleados») que es contratado por empresas en crisis o jefes cobardes que no saben como manejar la situación. En realidad es esa cobardÃa de muchos «jefes» que no se atreven a despedir a un empleado lo que genera la existencia de los departamentos de RRHH que ponen la cara menos amable en el momento de denegar una subida de sueldo, de despedir a un trabajador o de anunciar un nuevo horario anti-social. AsÃ, el jefe, ya sea mando intermedio o directivo, siempre queda bien, siempre tiene buenas palabras y resulta más complicado culparle de nada, a pesar de que sea la mente pensante que manda a los inútiles empleados de RRHH. Una pantomima muy bien montada y casi imprescindible en empresas de cierto tamaño.
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