Hasta el momento actual en el que he terminado trabajando por mi cuenta y en solitario, he tenido la suerte (ya que toda experiencia es una suerte poder vivirla) de trabajar en muy diversas condiciones dentro siempre del mundo del desarrollo de software. Una de estas modalidades de trabajo es el trabajar por tu cuenta junto con otro socio y a ese respecto he tenido dos experiencias, una que terminó extinguiéndose irremediablemente y otra que finalmente ha terminado en los tribunales. Por eso creo que, aunque mi experiencia no es muy dilatada, quizás pueda dar un consejo muy corto y simple para todo aquél que decida ponerse a trabajar con otra persona con el objetivo de llevar un proyecto adelante.
Mucha gente utiliza de forma casi automática una frase hecha al hablar de socios «sin un socio irás más rápido, pero con un socio llegarás más lejos» (o algo así). No está mal como eslogan, pero esto no tiene porqué ser así siempre. Por ejemplo, si tu socio es un manta o tiene una visión completamente diferente del proyecto que tú, esa frase directamente se va a piqué, junto al proyecto y a la sociedad en menos que canta un gallo. O si a mitad del proyecto descubres que tu socio no estaba suficientemente comprometido con él y quiere «largarse» pues lo mismo. O si, o si, o si… Hay miles de cosas que pueden fallar y que debido al lastre de tener un mal socio pueden hacerte fracasar completamente o meterte en un lío del que resulta difícil salir. Por eso mi consejo siempre es el mismo: dejarlo todo atado y bien atado desde un primer momento. Si algo falla, todo será más fácil si el primer día firmáis un compromiso y unas reglas para poder salir de la sociedad o echar a alguien que no está aportando lo que se esperaba.
Se que no es fácil llegar a un amigo o a un compañero y decirle «oye, no, que no empiezo a trabajar en serio hasta que redactemos un contrato que explicite la forma en la que vamos a organizarnos y las posibles vías de salida que tendremos en la futura sociedad que constituyamos». Definitivamente no es fácil y puede ser que tu pretendido socio te mande a la mierda, pero, en ese caso, ¿sería un buen socio? ¿Alguien que no quiere comprometerse el primer día puedes esperar que se vaya a comprometer dentro de un año cuando un servidor esté caído un sábado a las 4 de la madrugada y nadie sepa por qué?
Una vez firmado ese papel, todo estará controlado. Si alguien quiere abandonar existirá un protocolo, si alguien pide irse dos meses de vacaciones estará contemplado en una cláusula o habrá una norma para discutirlo y llegar a un acuerdo, si alguien propone que ingrese un nuevo socio existirá un pre-acuerdo en firme sobre ello… Todo esto, obviamente, abierto a posibles cambios y re-negociaciones siempre que todos los socios por unanimidad así lo acuerden.
El contenido del acuerdo es aquél que los socios fundadores quieran negociar, pero creo que como mínimo debería tratar (1) el modo en que un socio puede salir voluntariamente de la sociedad, (2) el modo de decisión de cualquier asunto en el que no haya unanimidad entre los socios (consenso, votación por mayoría, etc, pero nunca modificación de estas reglas sin unanimidad), (3) el modo de trabajo, organización y reparto de los diferentes roles y tareas que se tienen que llevar a cabo (y las penalizaciones y forma de expulsión de quien no cumpla con lo especificado) y (4) cualquier asunto relacionado con el dinero (desde la aportación de cada uno hasta la forma de llevar la contabilidad o las posibles vías de financiación). Este último punto lo incluyo pues suele ser uno de los más críticos en las relaciones con socios (siempre bajo mi experiencia).
Entiendo también que puede resultar complicado llegar a un acuerdo y redactar un documento de este tipo, por lo que tampoco es mala idea utilizar los servicios de un abogado. De vez en cuando no está mal poner un abogado en tu vida, vivimos en una sociedad hiper-regularizada y ellos son los expertos en reglas sociales. Considéralo una inversión en tranquilidad.
Yo cometí el error de no tener en mis relaciones con socios un contrato firmado y ahora me arrepiento. Pero esa es otra historia que ya trataré otro día. Me queda pendiente también para otra ocasión el continuar el desarrollo de la frase que daba pie a este artículo («sin un socio irás más rápido, pero con un socio llegarás más lejos») procediendo a la comparación entre tener y no tener un socio (aunque ya adelanto que en general me quedo con «no tener un socio»).
Nota: El título del artículo es un homenaje a la serie Weeds (capítulo 3 de la quinta temporada).
6 respuestas a «So So Socios»