
Quizás sea por la aparición de ayer de Leopoldo Abadía en Salvados de la que todo el mundo habla o quizás sea por la investidura de Rajoy que cierra la etapa de Zapatero al frente del gobierno, pero hoy no paro de recordar una conferencia que Abadía dio en Alicante antes del verano. A pesar de estar en mis antípodas ideológicas, coincidí en gran parte de su análisis de la crisis actual (en nada en sus conclusiones de cómo salir de la misma). Lo que quiero traer a este artículo es una de las comparaciones que realizó y que me pareció brillante aunque incompleta.
Leopoldo comparó la situación de un estado que quiere salir de una crisis con la de una familia en una situación crítica. Obviamente para «sacar cabeza» solo se puede hacer mediante la generación de más ingresos y/o la disminución de los gastos actuales. Así, enumeró hasta cinco medidas diferentes para afrontar la situación que se plantearía una familia y trazó un paralelismo con lo que haría el gobierno de turno. A saber:
- Subir los alquileres si tiene alguna propiedad alquilable o poner en alquiler si tiene algún inmueble que no está siendo explotado: el equivalente del gobierno es subir los impuestos.
- Endeudarse (tarjetas de crédito, rehipotecar, pedir un crédito al consumo, etc): lo mismo hace el gobierno.
- Vender propiedades: en el caso de los estados esto se llama «privatizar«.
- Retrasar pagos (al banco, al amigo que te dejó 5000 euros o, en casos extremos, al panadero): en el caso del gobierno de España esto lo hizo «magistralmente» Zapatero cuando retrasó la edad de jubilación.
- Reducir gastos: que en el caso de los gobiernos puede llegar a ser reducir el presupuesto de educación o sanidad o eliminar derechos conquistados.
Y ahí se quedó el bueno de Leopoldo. Modestamente creo que se quedó corto, que la gente hace cosas más desesperadas cuando está en situaciones límite. Y los gobiernos también.
Por ejemplo, la gente cuando está desesperada es capaz de robar. Sí, robar para subsistir. La gente sin salidas llega en no pocos casos al extremo de robar comida o robar dinero para comprarla. ¿Y los gobiernos no? Podríamos hablar de Iraq, Afganistan o Libia, que son solo algunos ejemplos recientes, pero ni son los primeros ni los últimos: los estados históricamente están acostumbrados al saqueo. Si en el caso de personas desesperadas puede tener alguna justificación, cuando los gobiernos roban está totalmente fuera de lugar. Sin embargo unos van a la cárcel y a otros se les premia.
En cualquier caso, el robo es una manera de salir de una situación difícil, aunque algunos individuos y estados la utilicen incluso en épocas de bonanza. Sin embargo, una salida desesperada a un bache económico, menos visible tanto en un caso como en otro, es la prostitución. En el caso de las personas empobrecidas, no hace falta ni explicar nada, baste con el ejemplo de Grecia dónde mujeres que nunca esperaban verse haciendo la calle están recurriendo a la prostitución. En el caso de los estados, la prostitución es más sutil, no se cuenta, no se explica, pero a poco que se lean críticamente los periódicos se puede llegar a sentir. Una prostitución de alto standing en el que si abres la boca te la tapan rápidamente adjudicándote un chulo nuevo.
El proxeneta está identificado. El objeto de la prostitución también. El cliente, por supuesto. Y los perjudicados… los perjudicados merecen capítulo aparte. Sufren una mezcla extraña de complejo de inferioridad con Síndrome de Estocolmo agudo. Hace unos días se desataron las más furibundas críticas contra Cameron cuando se plantó ante la Unión Europea y dijo «no», con el elocuente enfado de Merkozy ¿a qué venían esas críticas? ¿envidia de tener un presidente que sabe decir NO (a veces)? Las políticas sociales de este tipo son realmente repugnantes, pero he de reconocer que me pareció acertadísima su posición en este debate: no ceder soberanía, es decir, que Alemania (y un poco Francia, también) no sea quien decida (todavía más) las políticas que se deben hacer en tu país.
Hoy, Rajoy tomará el relevo de Zapatero y se esperan que su política exterior y de entrega al capital siga siendo la misma, máxime viendo como este nuevo proxeneta trata a sus seguidores. Así las cosas, los perjudicados solo tenemos dos caminos: vaselina o lucha.
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