Solo un cínico, un ignorante o un mentiroso sería capaz de afirmar sin sonrojarse que no hay nada que cambiar entorno a esto que llamamos «informática». Tras mucho esperarlo y al rebufo de otras movilizaciones parece ser que algo empieza a cambiar. El próximo sábado 30J se ha convocado a todos los trabajadores de la informática a secundar las concentraciones que se celebrarán en Barcelona, Madrid y Zaragoza.
Vaya por delante que yo no acudiré (puesto que vivo a 500 kilómetros de la convocatoria más cercana) pero que mando toda mi solidaridad y buenos deseos para los participantes.
Me imagino que será una primera toma de contacto con el personal. Más que una demostración de fuerza, una auto-demostración de potencial, decirnos que existimos como colectivo, que somos trabajadores y que tenemos por tanto los mismos derechos que un médico, un carpintero o un albañil. Tradicionalmente el prototipo del informático que nos han vendido los medios de comunicación es el de un fracasado social con excentricidades fricoides, un gafapasta al que se la pela todo lo que no sea criticar detrás de un seudónimo. Lo peor de todo es que hemos asumido ese papel y hemos convertido la industria informática en una caricatura.
Pero eso tiene que cambiar y lo tenemos que cambiar nosotros. La primera vez que pisé una oficina de desarrollo fuera del estado español me quedé acojonado. ¿Dónde están los programadores? ¿Quién curra aquí? En una oficina de más de 50 personas no conseguí encontrar a ni un solo «chavalín», de los 30 años no bajaba nadie allí e incluso había programadores de 50 años. Claro, viniendo de un país dónde ser programador se considera una especie de viacrucis que se debe superar para acceder a puestos (y salarios) «de verdad», encontrarse con aquella sala repleta de «señores» era por decirlo suavemente «chocante».
Hay que empezar a cambiar el modelo ya o nos condenaremos a nosotros mismos. El problema no solo está en nuestra propia mentalidad, también está (y es la gran responsable de todo esto) en la clase empresarial que ha creado dos estratos en los trabajadores de la industria informática: los picateclas y los VIP, dónde unos siguen aguantando su viacrucis y los otros creyéndose reyecitos se convierten muchas veces en los peores opresores. El componente común de ambos es el puñetero arquetipo asignado por los empresarios: «te gusta la informática, te gusta trabajar aquí». Esto hay que cambiarlo, tanto los que sufren pensando que algún día ganarán unos cientos de euros más y tendrán un poco más de tiempo libre y prestigio, como los que se vanaglorian de sus escasos logros tienen que darse cuenta de una cosa: todos somos trabajadores y todos sufrimos el mismo esquema de explotación que cualquier otro trabajador, de nuestro sector de otro, debido al mismo sistema de producción.
Por ello, espero que el próximo 30J sirva para darnos cuentas de la fuerza que podemos tener unidos y sobretodo para cambiar la conciencia esa de mendigo privilegiado por verdadera conciencia de clase luchadora y militante. Si se consigue, el siguiente paso debe ser sin duda una huelga general del sector, pero de verdad, con unas reivindicaciones claras y no como otras pantomimas que han realizado, dónde demostrar la fuerza real del sector y como aviso de lo que puede suceder si estamos organizados y unidos.
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